Ya con esto, podría acabar este post, opino yo. ¿¿Acaso no justifica esto la visita aunque
hubiera sido en patinete?? Pues además, resulta que Sorata tiene otros encantos
escondidos.
La primera noche, me fui a pasear solo por el pueblo, y
resulta que encuentro a un hippie chileno con el que nos dirigimos a donde
suena la música, y allí nos encontramos que están ensayando el baile de semana
santa los del pueblo. Al tiempo que van sirviendo unos chupitos de alcohol ( a
los cuales no te puedes negar si estás allí presente), todos se van animando un
poco más a cada vasito que cae. El baile es simple, primero los hombres, luego
ellas. Todos armados con unas “matracas” que hacen ruidos de “carracas”, a las
que hacen sonar cada poco rato. Sí sí …por supuesto que el chileno y yo
acabamos bailando con ellos, varias veces!! Lamento no tener registro de video
o fotos de esto…pero es que a los bolivianos tienen fobia a las cámaras, y tras
tanta hospitalidad de chupitos, no era plan.
Al día siguiente, un paseo a la gruta de San Pedro, a tan
solo 2.30h de Sorata, y con un camino llano y ancho…como los que a mí me
gustan! Y con paisajes bien verdes.
San Pedro es el hogar de varios tipos de
murciélagos y cuenta con un impresionante lago cristalino en medio de la cueva
que si lo entendimos bien llega hasta los 400mts de profundidad:
A parte de la gruta en sí, que no estaba nada mal, y ahí
dejamos las fotos para que juzguéis vosotros, mencionar que vivimos (creo que
todos) nuestra primera “voladura” de montaña.
Unos obreros- los cuales no hicieron ningún guiño! Ni
piropo a las chicas con las que viajaba como hubieran hecho unos españoles o
argentinos - estaban haciendo estallar dinamita en algunas partes de la
montaña, por los recientes corrimientos de tierras, y nos hicieron esperar “unos 15 minutos namás, para que
alcance la mecha”. Cuál es el susto
cuando, pasados 15 segundos, explota la montaña sin avisar, y vemos una roca
del tamaño de un coche salir volando por los aires. “Pero no eran 15
minutos???!!” Así es Bolivia,
imprevisible hasta cuando se trata de la mecha de un cartucho de dinamita…
En Sorata comemos la comida típica de ahí… ¡el fantástico
salchipapa! Hecho con autentico aceite negro de tanto utilizarlo. También, por fin, probamos el Api, una bebida un poco
asquerosilla (para que negarlo) hecha de maíz morado molido, azúcar, y algunos
tallitos de canela. Se sirve bastante caliente para mantener su sabor, y se
acompaña con un buñuelo o pastel.
También, por fin, nos permitimos unos espaguetis en un
restaurante (los primeros en todo el viaje) semi-turistico, el único del
pueblo, todo para evitar el clásico combo sopa+algo con arroz de todos los
días. Amén.
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