Pues esta
antigua carreterita unía la ciudad de la Paz con la zona de las Yungas en
Bolivia, por lo que no era una carretera poco transitada… Con sus 3,2 metros de
ancho en algunos tramos y hasta 600metros de precipicio al lado, no me extraña
que la bautizaran con este nombre. Nos contaron los lugareños que cuando un camión
se averiaba en los lugares de sentido único, pues la gente tenía que dormir en
la carretera…
Por suerte nosotros ya pudimos transitar por la carretera nueva, que aunque acojona por la altura, por lo menos tiene dos sentidos y está completamente asfaltada. Aun así, nos duro muy poco la alegría porque, solo salir de la ciudad de la Paz, a nuestra van se le reventó un neumático (no me extraña… íbamos 16 en ese cuchitril y además cargados como moros!!) y como era de esperar el que teníamos de recambio era un autentico fiasco (una rueda completamente lisa, perfecta para hacer patinaje pero no para ese día de tormenta que nos había tocado… en dos horas teníamos que descender 3000m de altura y las curvas no eran pocas…). Sin ningún temor cambiaron la rueda y carretera y manta… a rezar se ha dicho.
Encontramos un hospedaje muy mono (del que éramos los únicos inquilinos), donde nos atendió una familia muy maja, y en el que estuvimos estupendamente.
Coroico es un pueblo bien tranquilo, en medio de un paisaje muy bonito.
Por sorpresa
nos volvimos a encontrar con las chicas con las que pasamos un día mas en el
lugar.
Coincidió que
los sábados es el día en que la gente de las comunidades va a Coroico para
comprar comida y algunos para vender sus productos.
Dimos una vuelta por el
pueblo y luego aprovechamos que ese día había transporte para ir a otras comunidades
y nos fuimos a Tocaña: pues que chasco…
Esta población es muy conocida y
famosa por ser una comunidad afroboliviana, que se asentó allí después de que a
los esclavos africanos de la época colonial se movilizaran del trabajo minero
al trabajo de campo y cultivo. Además de tener una larga discusión con
el chofer, el cual nos quería estafar, llegamos al pueblo y este tenía solo una
calle, además no había nadie porque todo el mundo estaba de compras en Coroico.
Como el chofer de la van no nos quería llevar de vuelta pues no tuvimos más remedio que hacer dedo… y suerte tuvimos porque en esa carreterita casi no pasan coches. Por suerte casi al momento paso un camión y nos llevo de vuelta a Coroico.
Y nada más, esa misma tarde nos
volvimos a la ciudad de la Paz, de nuevo en otra van abarrotada:
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