En
este punto Roman y yo nos separamos unos días, mi destino es éste y él se va a
Cuba una semanita a visitar a su padre.
Huaraz
es el pueblo “base” para realizar excursiones por la Cordillera Blanca, uno de los mejores lugares del mundo para
practicar deportes de alta montaña. Y es que esta cordillera, es la segunda más
alta del mundo, después del Himalaya. Tiene 16 picos más altos de 6000msnm y
otros 17 de más de 5500msnm, así que no es de extrañar que atraiga a tantos
montañeros. Además de las montañas, la Cordillera Blanca cuenta con más de 600
glaciares y casi 300 lagunas, así como cientos de vías de escalada en roca.
No
escogí la mejor época para visitar esta zona, ya que aún es temporada de
lluvias, y eso complica el poder hacer alguna cumbre. Aún así, pude disfrutar
bastante del lugar y hacer algunas excursiones más cortas por los alrededores.
Me
alojé en el hostal Monkey Wasi, lugar que aconsejo a todos los viajeros. De
hecho Monkey Wasi es más una casa de amigos que un hostal común, todos los
huéspedes que había en el momento en el que yo fui, es gente que ha decidido
pasar en Huaraz una temporada, lo cual lo hace un lugar muy peculiar. Además el
hostal cuenta con una mascota, un mono llamado Harried que se dedica a robarle
la comida a los huéspedes…
Los
primeros días los pasé aclimatándome de nuevo a la altura. Solo hicimos unas
caminaditas por los alrededores de la ciudad, y además, después de tanto
tiempo, me pude volver a poner unos pies de gato (zapatillas de escalada).
El
pueblo de Huaraz no tiene nada de especial, aunque los mercados siempre ofrecen
alguna buena fotografía:
Al
cabo de unos días, apareció Sergio, el tenerifeño con el que estuvimos en Lima,
así que nos unimos para hacer alguna excursión más larga. La
primera fue a la Laguna 69, un trekking muy típico de un día, bastante turístico
aunque el paisaje vale la pena.
Empezamos
la ruta adentrándonos en una quebrada enorme y pasando por las lagunas de
Llanganuco, dos lagunas color turquesa a 3800msnm.
Detrás
de las lagunas se levanta la enorme montaña de Huascaran de 6768msnm, el pico
más alto del Perú. La verdad es que desde donde estábamos impresionaba la magnitud
de esa montañita.
Llegamos por fin
al sendero que conduce hasta la Laguna 69, después de tres horas de camioneta,
y empezamos la subida. Debido a las lluvias el terreno era un auténtico
barrizal, se hizo muy difícil caminar por ahí:
Aún así, a
medida que avanzábamos el paisaje se iba volviendo más montañoso:
Y aunque el día
no estaba del todo claro, a ratos pudimos divisar alguna de las cumbres:
Después de
superar un desnivel de 800metros, llegamos a la famosa laguna 69, situándonos en
los 4600msnm.
Fue una lástima
porque el día justo se tapó cuando llegamos a destino y no pudimos ver algunas
de las cumbres más bonitas.
¡Sin duda este
trekking vale mucho la pena!
Al día siguiente
nos tomamos el día con un poco más de relax. Visitamos las ruinas de Willka-Waín,
pertenecientes a la cultura Huari, un conjunto de restos arquitectónicos de la
época preincaica (año 700-900 d.C).
Y de ahí nos
fuimos directos a un restaurante que nos habían recomendado para comer el plato
más típico del lugar: la Pachamanca (en
quechua significa “olla de piedra”). Este plato tan especial, por lo visto,
existe des de la época de los Incas. Está elaborado por la cocción, al calor de
piedras precalentadas, de carne de vaca, cerdo y pollo, así como de verduras
típicas andinas como la papa, el camote, el choclo, haba en vainas y la yuca.
Una delicia para los amantes de la carne como nosotros!
Después del gran
atracón de comida, decidimos ir a pillar una buena indigestión a las famosas
termas de Monterrey, no entendimos muy bien porque eran tan famosas porque era
de lo más feo, pero el bañito en agua termal nos sentó bien.
Como traca
final, decidimos hacer un trekking de tres días pasando por las quebradas de
Akilpo e Ishinca. Como es temporada baja no se apuntó nadie más asique montaron
una auténtica expedición solo para nosotros dos.
El grupo estaba
compuesto por dos guías nativos de la zona, cuatro caballos (dos de ellos sólo
de acompañantes), tres perros, Sergio y yo.
Íbamos a dormir
dos días en la montaña así que era necesario llevar todo lo necesario.
Empezamos a
caminar en un lugar llamado Joncopampa (3400msnm), ingresando a la quebrada de
Akilpo. En esta primera parte caminamos por un bosque de Quenuales, parecía que
en cualquier momento un duendecillo iba a asomar la cabeza por algún lado…
Una vez pasado
el bosque se empezaban a divisar las montañas:
Este primer día
caminamos solo hasta la una del medio día, aunque tuvimos suerte de montar el
campamento tan pronto porque en poco rato, cayó una tormenta de granizo que nos
hubiera dejado empapados de pies a cabeza.
El frío, al irse
el sol, se puso bastante insoportable, ni nuestros super sacos aptos para este
clima nos salvaron de la congelación de la noche, por la mañana, hasta la
tienda se nos había congelado!!
Por suerte el
siguiente día empezó con un sol deslumbrante, algo no muy común en esas fechas,
fue perfecto porque ese era el día clave, teníamos que llegar hasta los
5000msnm. El terreno de ese día era muy complicado para los caballos así que
ellos tuvieron que dar la vuelta.
Empezamos a
caminar a las 7 de la mañana, aún con los pies congelados, no conseguimos
entrar en calor hasta que el sol empezó a aparecer por detrás de las montañas:
Después de dos
horas de subidita llegamos hasta la laguna Akilpo (4600msnm), laguna a los pies
de los Nevados de Tocllaraju (6034msnm) y Akilpo (5495msnm).
De ahí nos
faltaban otros 400metros de desnivel para llegar hasta El Paso. A medida que
avanzábamos el nivel de nieve aumentaba:
Sorprendentemente,
llegamos al Paso mejor de lo que creíamos, la altura casi ni la notamos. El
lugar espectacular, des de arriba se podían divisar los dos valles (Akilpo e
Ishinca), las fotos no reflejan la inmensidad de las vistas.
En este punto
tuvimos que atarnos con cuerdas, había mucha nieve y el descenso era
complicado. Incluso los perros no se atrevieron a cruzar El Paso (aunque nos
enteramos de que habían dado la vuelta y llegaron a casa en perfecto estado…)
Una vez pasado
el duro tramo paramos a comer y seguimos el descenso por la quebrada Ischinca
hasta encontrarnos de nuevo con nuestro guía y los caballos:
El tercer día
fue el mas “light” ya que todo el trayecto fue de bajada, dejamos atrás las
altas montañas, pero el paisaje de la quebrada seguía siendo muy bonito:
En 4 horas nos
plantamos en los pueblos de la zona, donde nos pasó a buscar un taxi privado
para llevarnos a casita.
La verdad es que
ha sido una pena no poder quedarse más tiempo en este maravilloso lugar, pero
nunca se sabe, tal vez volvamos algún día!